Francisco de Quevedo es una de los grandes de las letras castellanas, a los veintitrés años ya era un distinguido poeta, recibiendo incluso el reconocimiento de Cervantes o Lope de Vega, sin embargo, y a pesar, su verdadero interés nunca fueron las letras, sino la política.

Tenía palabras y no precisamente amables para todo y para todos. Se alejaba y criticaba el léxico empleado por, según él los cultos, prefiriendo también según sus palabras el lenguaje de la vida baja. Aún asi también tuvo tiempo para reflexionar sobre el tiempo y la muerte, . como deja patente una de sus frases más celebres. «Todos anhelamos llegar a viejos y todos hemos negado que ya hemos llegado»

Insultaba a todo cuanto le rodeaba, especialmente a otro escritor de la época Luis de Gongora

Francisco de Quevedo nació en Madrid el 14 de Septiembre de 1580, fue el segundo hijo varón de una familia de funcionarios palaciegos, bien asentada en los entresijos de la administración y servicios del Palacio Real, en Madrid, capital y Corte de los Austrias. Su abuela era azafata de la infanta; su madre, viuda pronto, desempeñaba una función similar a su temprana muerte (en 1600), que ocurrió en el mismo Palacio Real; del resto de su parentela, una venerable dama, su tía, bien conocida en la Corte, a la que el escritor envió en 1613 su colección de poemas Heráclito Cristiano.

Nació cojo, con ambas piernas torcidas y una severa miopía; quizá por ello pasó una infancia solitaria y triste  y entregándose compulsivamente a la lectura.

De precoz inteligencia estudió con los jesuitas, en Ocaña, y luego en Alcalá de Henares y Valladolid, en donde residió durante los años de Corte (1600-1606) bajo la tutela de Agustín de Villanueva, un alto cargo, padre de Jerónimo de Villanueva, otro de los personajes encumbrados durante la privanza del conde-duque de Olivares.

Esta semana en De paseo por la historia, Francisco de Quevedo

De paseo por la Historia, todos los martes a las 22:00 en www.radioavalon.es