Solo ellos conocen sus orígenes, en nuestro país, se cuenta que recorrían la geografía en carros valencianos agrupados por familias o clanes y se dedicaban a arreglar ollas y otros enseres cotidianos y objetos de mercería, de ahí posiblemente su nombre, a trabajar de temporeros en el campo o a otros quehaceres similares, pero siempre manteniendo un estilo de vida nómada.

A parte de la que ellos mismos difunden, no hay demasiada información sobre ellos, la vida, la discriminación y la persecución injusta que han sufrido durante años, los han convertido en una comunidad reservada. Según el escritor Javier García-Egocheaga en Minorías malditas: la historia desconocida de otros pueblos de España, son “un pueblo que se define por su profesión y que, por ser esta poco valorada, es asimismo discriminado. O viceversa: como están discriminados, ejercen —o han ejercido tradicionalmente— un oficio de mala consideración.» Para el autor, esta condición, unida a la trashumancia “como causa de marginación en la totalidad de los pueblos europeos que la han practicado desde la baja edad media”, hace de los mercheros “un ejemplo paradigmático de pueblo maldito”.

En los años de la dictadura los mercheros, por la simple condición de serlo, estaban sometidos a la llamada «Ley de vagos y maleantes», su raza, independientemente de sus actos ya era en sí motivo de delito. Fue durante los últimos años del régimen y los primeros de la transición, cuando los mercheros acaparaban las portadas de los periódicos y las pantallas de cine, cuando otro de los apelativos con que se conocen a los mercheros, quincalleros, dio paso al término quinqui, asociándolo, por ende, en el inconsciente colectivo, a la delincuencia, uno de los más famosos protagonistas de la historia de esos años fue el Lute, que llenaba las crónicas con sus fechorías, la palabra quinqui llegó incluso a acuñar un género cinematográfico propio. La prensa y las autoridades de la época utilizaron una denominación derivada de un oficio, quizás diferente, pero honrado, para agrupar a toda la delincuencia común de un periodo histórico sociopolíticamente muy complicado en el que miles de personas huían de la pobreza rural trasladándose a barrios marginales de las grandes urbes.

Respecto a la denominación, merchero es el apelativo que utilizan para referirse a sí mismos; antaño también eran conocidos como buhoneros, y en la actualidad —además de quinqui y quinquillero como denominaciones más conocidas— en Galicia se les llama moinantes y en Castilla y León andarríos, ambas variantes locales, y para variar, también con connotaciones negativas. Como pueblo trashumante dedicado a oficios considerados menores, siempre han sufrido marginación y discriminación hasta el punto de volverse herméticos y desarrollar un idioma propio, una sociedad aparte, una etnia a menudo endogámica pero no siempre, sobre cuya procedencia se ha especulado mucho.

Hoy a las 19:00 en date a conocer . . . Los mercheros