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22 de diciembre de 2025Puede que no fueran muy comunes, pero existían. Datos históricos sugieren que un cierto número de mujeres participaban en los juegos públicos de Roma a pesar de que esta práctica a menudo era criticada por los escritores romanos, incluso hubieron intentos de borrarlas de la historia, y hubo varios intentos por parte del senado de regularla mediante la legislación, quizás que su papel fuera más decorativo que activo.
En los textos antiguos a las gladiadoras femeninas a menudo se las denomina ludia (artistas femeninas en un ludi, un festival o un entretenimiento) o mulieres (mujeres), en la época para distinguir del término feminae (damas) Mujeres era una referencia a las que pertenecían a la clase baja, dando a entender que solo eran ellas las que se sentían atraídas por la lucha. Aunque evidentemente sobran pruebas que demuestran que las mujeres de clase alta eran asiduas a los espectáculos.
Las mujeres que elegían una vida en la arena, que siempre era una elección propia, diferente a los hombres que algunos eran esclavos obligados a competir, en su mayoría para gloria de los gladiadores principales. Tal vez la motivación de ellas era un deseo de independencia, la fama, la recompensa económica, o el pago de una deuda familiar.
De Mevia se esperaba lo de cualquier otra niña, que trabajasen en la casa desde muy pequeñas, no recibían ningúntipo de educación formal. Tenían que acompañar a su madre en todo el trabajo doméstico, pero sobre todo se esperaba que aprendiesen valores femeninos, destrezas domésticas, cómo organizar la casa, preparar las comidas, tejer, arreglar ropa. Pero a Mevia lo que le gustaba era pelearse con los chicos de la calle, a pesar de las continuas reprimendas de su padre.
Livia. A la que algunos definen como una niña marginada por la pobreza, una mujer destinada a ser grande, un destino que la inmortalizaría caminando con los grandes. Y conocida como la gladiadora del pueblo.
Livia nace en la antigua Roma, en lo que hoy sería un barrio marginal. Cuentan que huérfana desde su nacimiento, no hace falta ser adivino para entender que, seguramente, vestida con harapos y descalza, tuvo que aprender a ganarse el pan en la escuela de la vida en unas calles nada recomendables, seguramente donde la violencia estaba a la orden del día.
Hubieron muchas otras cuyos nombre no conocemos, de modo que con lo que nos ha llegado a través de pinturas, cerámicas y retazos de escritos varios vamos a mezclar historia y ficción para formar la historia de una gladiadora a la que vamos a llamar Sabina.
Sabina era descendiente de las reinas amazonas, aquellas que desfilaron con honores por las calles de Roma y que quedaron inmortalizadas en las vasijas. Incluso es posible que formara parte de ese sequito femenino al que el emperador Nerón obsesionado por las historias de las amazonas, obligaba a vestir como las antiguas guerreras.

