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26 de agosto de 2025En esta ocasión volvemos al atletismo para conocer a una de esas mujeres que pese a su corta carrera aportó mucho al fascinante mundo del deporte, hoy conoceremos a Florence Griffith Joyner, o como la gustaba ser llamada “Flo-Jo”.
Todos os acordaréis de esta grandísima atleta por su forma colorida de vestir y sobre todo por sus largas uñas decoradas.
Flo-Jo nació el 21 de diciembre de 1959 en Los Ángeles, California en el seno de una familia muy humilde de 11 hijos, ella era de las más jóvenes ya que nació la séptima.
Sus padres y Florence siempre se sintieron muy orgullosos de ella, ya que desde bien pequeña comenzó a destacar por su velocidad, que no era propia para una niña de su edad.
Ella lograba correr mucho más rápido que los chicos y chicas de su edad e incluso con más años que ella, lo que empezó a llamar la atención en muchos que la entrenaban, que veían en ella un auténtico talento para dedicarse al atletismo.
Debido a los problemas económicos de su familia, tras terminar la secundaria, Florence se vio obligada a abandonar tanto los estudios como el atletismo que en aquel entonces tampoco ofrecía una garantía económica.
Todo cambió cuando un día Bob Kersee la vio correr en sus ratos libres y vio en ella un potencial lo suficientemente importante para dedicarse a la velocidad a nivel mundial.
El consiguió que la universidad de California, la UCLA la ofreciera una beca completa como atleta y tras empezar a entrenar con Kersee junto al que consiguió varios títulos a nivel universitarios de la NCAA en 100 y 200 metros.
En pocos años fue de las mejores lo que la llevo a participar en los Campeonatos del Mundo de Atletismo en Helsinki, Finlandia en el 83, donde alcanzó la cuarta posición en los 200 metros.
Su primer éxito olímpico llegaría en 1984 en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 1984, cuando alcanzó la medalla de plata en los 200 metros. Solo superada por su paisana Valerie Brisco-Hooks.
Tres años más tarde en los Mundiales de Atletismo de 1987 en Roma, logró la medalla de plata en los 200 metros con una marca de 21,96 segundos y proclamarse campeona del mundo junto a sus compañeras en el 4×100 metros con una marca de 41,98 segundos.
En los mismos campeonatos acabaron segundas en el 4×400 con una marca de 3.15,51 minutos.
Su mayor éxito llegaría en 1988 debido a sus marcas y títulos olímpicos. En los triales de Indianápolis, donde pulverizó el récord del mundo de Evelyn Ashford (10,76) en los 100 metros, colocándolo en 10, 49, el cual sigue vigente a día de hoy, ninguna atleta femenina a llegado siquiera a acercarse.
En los Juegos Olímpicos de Seúl, Corea del Sur logró ganar las medallas de oro en los 100 y 200 metros respectivamente, a nivel individual. En los 200 de hecho batió en semifinales y la final en dos ocasiones el récord del mundo situándolo en 21,34 segundos. Este también sigue vigente.
En la carrera de relevos de 4×100, también consiguió la medalla de oro y la de plata en los relevos de 4×400.
Poco tiempo después de los Juegos Olímpicos, anunció su retirada del atletismo profesional con tan solo 29 años.
Tras su retirada empezó a realizar numerosos anuncios de todo tipo de productos, entre los que estaba incluso una muñeca que fue la más vendida durante dos navidades consecutivas en Estados Unidos.
El 21 de septiembre esta grandiosa atleta nos dejó debido a una muerte por asfixia durante un ataque de epilepsia.