
Horoscopo 12/08/25
12 de agosto de 2025
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13 de agosto de 2025Hoy quisiera presentaros el primero de nuestros artículos sobre uno de esos deportistas que hicieron historia y que a día de hoy sigue siendo muy recordado por todos los amantes del deporte, normalmente por popularidad deberíamos empezar por un futbolista, pero hemos decidido empezar por un atleta.
En algunas calles de Praga las personas por primera vez se dedicaban a barrer delante de sus puertas, pero por qué hacían esto se preguntaba la gente, muchos no conocían la respuesta.
El barrendero de siempre, había sido sustituido para que otro ocupase su puesto por un simple castigo que había recibido por apoyar a quien no debería haber apoyado durante la primavera de Praga. El castigado era Emil Zatopek, un héroe para casi todos los checoslovacos pero que apostó por el caballo equivocado.
Los checos no podían permitir que su ídolo se dedicara a limpiar sus calles, por lo que se aseguraron de que Zatopek no tuviera que estrenar prácticamente nunca su escoba, sino al revés cuando la gente pasaba a su lado solo le dedicaba sonrisas y aplausos e incluso muchos le invitaban a comer a sus casas como invitado de honor.
Otros muchos por su juventud no sabían quién era ese hombre al que todo el mundo quería y le preguntaban a sus padres ¿papá por qué aplaude la gente al barrendero?
El padre le contestaba “hijo este señor no es un simple barrendero es uno de los mejores atletas del mundo y además es compatriota nuestro”
Zatopek nació un 19 de septiembre de 1922 cuando Europa se estaba recuperando todavía de la Primera Guerra Mundial y sin pensar en lo que ocurriría unas décadas después con la invasión e Checoslovaquia por parte de los nazis.
Debido a los problemas económicos que atravesaban los Zotopek el joven Emil se vio obligado a dejar los estudios con tan solo 13 años para ponerse a trabajar en un taller para poder ayudar a su familia.
Su sueño era llegar a ser químico algún día, pero jamás se había planteado el dedicarse al deporte, ya que en un principio tampoco le interesaba mucho aunque siempre le había gustado correr.
Su impresionante carrera deportiva comenzó de una forma muy curiosa, ya que la empresa de zapatería para la que trabajaba organizaba cada año una carrera en el pueblo en la que participaba todo el pueblo, él sin embargo no tenía la intención de competir pero por azar del destino, le confundieron con un participante y se vio obligado a correr.
Zatopek se sorprendió cuando se dio cuenta que sin haberlo querido había terminado segundo en la carrera.
«Llegué a la meta en segundo lugar, la gente me aplaudió y eso me gustó. Desde entonces empecé a acudir a las sesiones de entrenamiento» fueron sus palabras al finalizar la competición.
Para aquel entonces, Zatopek tenía 19 años y llevaba dos de ellos viendo lo que la Alemania nazi estaba realizando en su país. Una de las peores épocas de su vida fue cuando veía como los nazis se iban llevando a sus amigos por se contrarios al régimen de Hitler.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Emil decidió unirse al ejército para realizar la carrera militar, donde alcanzó la graduación de coronel. En su estancia en el ejército participó en varias carreras.
No alcanzó la fama internacional hasta los campeonatos de Europa en Oslo en 1946 donde consiguió un quinto puesto en la prueba de 5000 metros.
Zatopek no tenía un físico deslumbrante como podían tenerlo los atletas americanos o africanos, sino más bien todo lo contrario en cada carrera que disputaba parecía que se iba a romper cuando llegaba a meta totalmente destrozado y casi agonizando.
Esto fue lo que le ayudó a mejorar su técnica a base de cambios cortos de ritmo.
Todo esto y sus continuas carreras hicieron que Emil Zatopek se llevara el sobrenombre de “locomotora humana”.
Su primera medalla de oro llegaría dos años más tarde, en 1948 en los Juegos Olímpicos de Londres. Conseguir en aquel momento el oro en los 10.000 metros con una marca de 29 minutos, 59 segundos y 6 centésimas, que además suponía el nuevo récord olímpico fue toda una hazaña.
Este no fue su único mérito, ya que también alcanzó la plata en los 5000. Todos los asistentes se quedaron atónitos al ver que ese “hombrecillo” había logrado todos esos triunfos tan espectaculares.
Durante los cuatro años posteriores Zatopek, lograría batir en cinco ocasiones el récord del mundo de los 5000 metros, dos veces el de los 20 km marcha, una vez el de las 10 millas y otra vez el de los 30 kilómetros.
Su gran consagración, fue en los Juegos Olímpicos de Helsinki en 1952 en Finlandia, donde se convirtió en el ganador de las pruebas de 10.000 y 5.000 metros con dos marcas mundiales de 29 min, 17 seg, 0 cent y 14 min, 06 seg y 6 cent, igualando la proeza del finlandés Hannes Kolehmainen.
También ganó el maratón, prueba que corría por primera vez, con un nuevo el récord olímpico de 2 horas, 23 min y 03 seg.
Zatopek participaría por última vez en unos juegos olímpicos en 1956, que fueron en Melbourne, Australia, pero las lesiones y sobre todo su edad impidieron que añadiera nuevos metales a su brillante colección. En la prueba de los 5000 metros, Emil quedó sexto pero tuvo la deportividad de saludar al que le había sustituido como rey de la prueba, el argelino Alain Mimoun. Se llegó incluso a decir que pese a que el argelino ganase la carrera la gente solo le quería a el y aplaudió más la sexta plaza que la primera, para entonces Zatopek se había convertido en el rey de las pistas para otros muchos.
Emil puso punto y final a su brillante carrera en el Cross Internacional de Lasarte en Guipuzcoa.
Su palmarés final, cuatro oros y una plata en dos juegos olímpicos y tres oros y un bronce en campeonatos de Europa, a parte de los 18 records de mundo alcanzados entre 1947 y 1952.
A parte de los éxitos deportivos el atleta checo se ganó el respeto y admiración de todos sus compatriotas y de todo el mundo del deporte.
Su vida terminaría el 22 de noviembre del año 2000 debido a un derrame cerebral, pero hoy casi 25 años después de su muerte el pueblo checo no le ha olvidado, hasta el punto de tener varias estatuas en toda la República Checa como si de un rey se hubiera tratado.