
El Divan de David.
17 de diciembre de 2025
¡Claro! El caldero de marisco con ajada es un plato típico de la costa murciana y alicantina (especialmente del Mar Menor y Cartagena), una especie de arroz caldoso muy sabroso hecho con pescados y mariscos de roca, que se sirve tradicionalmente con una ajada (o all-i-pebre), un majado de ajo, ñora y perejil que se añade al final y le da el toque característico.
17 de diciembre de 2025La Navidad es hoy una de las festividades más universales del mundo. Oficialmente, los cristianos celebran el 25 de diciembre el nacimiento de Jesucristo según el calendario gregoriano. Sin embargo, incluso personas no creyentes o ateas participan de esta fiesta como un momento de reunión familiar, regalos y buenos deseos. Lo que pocos saben es que esta fecha y muchas de sus tradiciones más queridas no nacieron con el cristianismo primitivo, sino que fueron deliberadamente superpuestas a celebraciones paganas mucho más antiguas que ya tenían lugar a finales de diciembre en el Imperio Romano.
Un diciembre lleno de fiestas paganas
En el mundo romano de los siglos III y IV, el periodo cercano al solsticio de invierno (21-22 de diciembre) estaba repleto de celebraciones:
- Saturnales (17 al 23 de diciembre): la fiesta más popular en honor al dios Saturno, marcaba el final de los trabajos agrícolas. Durante siete días se suspendían las normas sociales: los esclavos eran tratados como iguales (incluso servidos por sus amos), se intercambiaban regalos (strenae), se encendían velas, se organizaban banquetes y había un ambiente general de alegría y permisividad.
- Sol Invictus (“Sol Invencible”): instaurado oficialmente como culto estatal por el emperador Aureliano en el año 274 d.C., celebraba el “nacimiento del Sol” el 25 de diciembre, el día en que, tras el solsticio, los días comenzaban a alargarse nuevamente. Era el dies natalis Solis Invicti, el día del nacimiento del Sol Invencible, asociado también al dios mitraico Mitra y, en algunos contextos, a Apolo.
- Brumales y otras fiestas menores relacionadas con el invierno y la renovación de la luz.
El propio emperador Constantino I, el primer emperador que legalizó el cristianismo (Edicto de Milán, 313 d.C.), fue un gran devoto del Sol Invictus durante buena parte de su vida. En sus monedas aparecía la leyenda SOLI INVICTO COMITI (“al Sol Invencible, compañero [del emperador]”) y en el año 321 decretó el domingo (dies Solis, “día del Sol”) como día de descanso oficial en todo el imperio.
La estrategia de la superposición cristiana
Cuando el cristianismo empezó a convertirse en la religión dominante del Imperio, la Iglesia se enfrentó a un problema: millones de personas ya tenían profundas raíces en las fiestas de diciembre. En lugar de prohibirlas (algo que habría generado resistencia), la estrategia fue cristianizarlas.
En el año 336 d.C. (algunas fuentes hablan de entre 330 y 337) aparece el primer registro documental de la celebración del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre en Roma. La decisión fue ratificada posteriormente por el papa Julio I (337-352). El objetivo era claro: sustituir progresivamente el dies natalis Solis Invicti por el Natalis Christi, el nacimiento de Cristo, presentado como la “Luz del Mundo” que vence a las tinieblas (una simbología que encajaba perfectamente con el renacimiento del Sol).
¿Nació realmente Jesús el 25 de diciembre?
La respuesta corta es no. La Biblia no indica ninguna fecha concreta para el nacimiento de Jesús y los estudiosos coinciden en que lo más probable es que ocurriera en primavera u otoño. Algunos argumentos tradicionales:
- Los pastores “velaban por las noches cuidando sus rebaños” (Lucas 2,8); en invierno, en Belén, los rebaños estaban guardados en corrales, no al aire libre.
- El censo ordenado por Quirino (Lucas 2,1-3) difícilmente se habría realizado en pleno invierno, época de lluvias y caminos intransitables.
La fecha del 25 de diciembre fue, por tanto, una elección teológica y política, no histórica.
Tradiciones navideñas que vienen del mundo pagano
Muchas costumbres que hoy asociamos a la “Navidad cristiana” tienen un origen claramente precristiano:
- Intercambio de regalos → Saturnales
- Banquetes copiosos y brindis → Saturnales y fiestas dionisíacas
- Encendido de velas y luces → culto al Sol y a la luz que renace tras el solsticio
- Árboles y guirnaldas → tradición germánica y romana de decorar con ramas perennes (símbolo de vida en invierno)
- El propio espíritu de inversión social (los pobres ricos por un día) → Saturnales
Conclusión
La Navidad que conocemos no es una fiesta “puramente cristiana” inventada de la nada, sino el resultado de un brillante sincretismo: la Iglesia del siglo IV tomó una fecha y unas costumbres ya profundamente arraigadas en la cultura romana y las llenó de nuevo contenido cristiano. Gracias a esa estrategia de adaptación, lo que comenzó como culto al Sol Invencible y fiesta en honor a Saturno terminó convirtiéndose en la celebración universal del nacimiento de Jesús… y, con el tiempo, en una fiesta que trasciende toda creencia religiosa.
Así, cuando enciendas las luces del árbol o intercambies regalos estas Navidades, estarás participando –quizás sin saberlo– de una tradición que tiene más de dos mil años y que lleva en su ADN el eco de las antiguas Saturnales romanas y del triunfo del Sol que renace cada 25 de diciembre.

