
SIN TABÚ, “Un espacio para hablar de lo invisible, lo profundo y lo cotidiano, sin tabú.”
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Había una vez un árbol joven, de ramas delgadas pero llenas de hojas verdes, que crecía en la ladera de una colina. Este árbol, aunque pequeño, soñaba con tocar el cielo. Cada día miraba hacia arriba, imaginando cómo sería llegar tan alto como las nubes. Pero el viento, que soplaba sin descanso por la colina, parecía no estar de acuerdo con sus sueños.
Cada vez que el árbol intentaba estirarse un poco más, el viento llegaba con fuerza, doblando sus ramas y haciéndolo temblar. «¡Para, viento! ¡Me haces daño!», gritaba el árbol. Pero el viento solo reía y decía: «No estoy aquí para lastimarte, estoy aquí para enseñarte».
El árbol, frustrado, no entendía. «¿Enseñarme? ¡Solo me haces tambalear! ¿Cómo voy a crecer si no me dejas en paz?». El viento, sin detenerse, susurraba: «Confía. No todo lo que te desafía es tu enemigo».
Pasaron los años, y el árbol, aunque seguía siendo azotado por el viento, comenzó a notar algo. Sus raíces se habían hundido más profundo en la tierra, buscando firmeza. Su tronco se había vuelto más grueso, más fuerte. Sus ramas, aunque a veces se quebraban, crecían de nuevo, más flexibles y resistentes. Un día, una tormenta más feroz que cualquier otra llegó a la colina. Los árboles vecinos, que habían crecido en valles protegidos, fueron arrancados de raíz. Pero el árbol de la colina resistió, firme, balanceándose con el viento en lugar de luchar contra él.
Cuando la tormenta pasó, el árbol miró a su alrededor y entendió. «Viento», dijo, «tú no eras mi enemigo. Cada vez que me empujabas, me hacías más fuerte. Me enseñaste a enraizarme, a ser flexible, a no temer las tormentas».
El viento sonrió y respondió: «Árbol, siempre supe que podías tocar el cielo. Solo necesitabas aprender a soportar las tormentas para llegar allí».
Reflexión: En la vida, los desafíos son como el viento. Pueden parecer obstáculos que nos frenan, pero a menudo son los que nos ayudan a crecer, a fortalecer nuestras raíces y a descubrir de qué estamos hechos. Abraza las dificultades, porque podrían ser las lecciones que te lleven a alcanzar tus sueños.

