
Paavo Nurmi, el Finlandés Volador
2 de septiembre de 2025
Crema de puerros.
3 de septiembre de 2025Se supone que la tecnología está para hacernos la vida más fácil, o al menos eso es lo que dicen, pero cuando falla, es cuando realmente nos damos cuenta de cuanto dependemos de las máquinas y cuanto hemos dejado de depender de nosotros mismos. Si ellas fallan, nosotros fracasamos.
Consideramos tan necesario el coche, o la moto, tan de moda en las grandes ciudades, que nos hemos olvidado de que para ir a comprar el periódico al kiosco de la esquina tenemos unas cosas llamadas piernas, nos hemos acostumbrado tanto a ir con auriculares que cuando nos los quitamos, nuestros oídos han perdido su capacidad de oír por si solos, nos hemos habituado tanto al whatsapp o a las redes sociales, que estamos perdiendo la capacidad de hablar, los balcones y ventanas han sido sustituidos por pantallas de todo tipo, y los libros ya ni se tocan ni se huelen, ya no tienen páginas que marcar o doblar, dicen que los libros son para leer solamente.
Llegados a este punto, me gustaría recordar, incluso a mi mismo, que hace cientos de años, nuestros antepasados, sin necesidad de satélites ni ordenadores, habían ideado un sistema para avisar al pueblo de la llegada de los huracanes. Mediante la música, los sonidos, el hombre se mantenía en armonía con la naturaleza. La danza de la lluvia nos causa risa, nos parece ridícula. Nuestras evolucionadas mentes no van más allá de ver en esa u otro tipo de danzas, un ritual antiguo de mentes primitivas, jamás no hemos parado a pensar, ni por un momento, de que igual pudiera funcionar, de que quizás hubo un tiempo en que la humanidad bailaba y cantaba para pedir a la madre tierra aquello que necesitaba, y que por una extraña conexión que no logramos entender, esta se lo concedía.
Hay una ciencia llamada arqueoacústica que investiga sobre el uso del sonido por parte de nuestros antepasados. Pasaríamos horas discutiendo, en algunos casos, de donde sacaron ese conocimiento para que el eco de una palmada te devuelva el chirrido de un quetzal, o para que nuestra voz se traslade decenas de metros llegando nítidamente al oído receptor sin ningún tipo de ayuda tecnológica. Lo que no tiene discusión, es comprobar que todavía funcionan, tenemos mucha suerte, las generaciones venideras no tendrá tanta con nuestros fabulosos inventos, todos sabemos que cualquier cosa que compremos hoy día, viene con fecha de caducidad.
Aun así, quiero dejar claro que no estoy en contra de todos los avances que las nuevas tecnologías nos ofrecen, de hecho las utilizo a diario y me aprovecho de sus beneficios, pero también quiero creer que si algún día, si por alguna razón, se produjera un gran apagón, y todas esas máquinas de las que estamos rodeados dejaran de funcionar al unísono, podría seguir respirando por mi mismo.
Y quien sabe, tal vez algún día, sentados bajo un dolmen, meditando en el claustro de un antiguo monasterio, o simplemente abrazando un árbol, logremos percibir las voces que sin duda se encuentran impregnada en cada una de ellas, y dejar que nos expliquen alguno de los misterios que la historia nos tiene todavía reservados.