Adam es un tipo aparentemente normal en un universo extraordinario. Vive humildemente, tratando de ganarse la vida, pero su espíritu romántico se aferra a la memoria de una mujer de otro mundo que amó en otro tiempo, una chica de un mundo invertido con su propia gravedad, directamente encima, pero fuera de su alcance… una chica llamada Edén. Su coqueteo de la infancia se convierte en un amor imposible. Pero cuando ve a Edén ya adulta en la televisión, nada se interpondrá en su camino para conseguirla… Ni siquiera la ley o la ciencia.

Tan solo es una película, una película de ficción con toques romántico, “Un amor entre dos mundos”. Sin embargo la vida real no dista mucho del universo que nos pretende reflejar el filme. Dos mundos, uno arriba y uno abajo, un mundo de arriba que mira siempre por encima al de abajo, y un mundo de abajo que ve como el mundo de arriba se le presenta inalcanzable.

No hace mucho leí un artículo sobre Pekín, hablaba de miles de inmigrantes ilegales, se calcula que alrededor de un millón, a los que no se les permite el acceso a la vivienda. La mayoría viven hacinados en pequeños sótanos de apenas diez metros cuadrado, en los que como es de suponer las medidas higiénicas brillan por su ausencia.  Los medios de comunicación chinos han bautizado a estos inmigrantes como “La tribu de las ratas”

En nuestra civilizada Europa cada vez son más aquellos que nos recuerdan a la canción del cantautor Pedro Guerra “Debajo del Puente”, los puentes se convierte en la única oportunidad de dormir bajo techo, y no nos engañemos, esto no es exclusivo de algunas ciudades o países, sucede en más capitales de las que nos imaginamos. Y ya no hablemos del paraíso del sueño americano, donde las comunidades que viven entre los túneles del metro o las alcantarillas son algo más que leyendas urbanas.

No es cuestión de derechas o de izquierdas, de liberalismo o de comunismo, eso son solo términos políticos, y la política es tan solo el medio que tienen de ganarse la vida los que se dedican a ella. El fondo es el eterno conflicto entre norte y sur, en continentes, países y ciudades se extiende el estereotipo de que en el norte lo bueno, lo floreciente y en el sur lo malo, lo decadente.  A nivel social la misma pauta, en el norte, el universo de arriba “personas”, en el sur, el universo de abajo, “ratas”.

Es curioso observar como a menudo, algunos científicos o los amantes de lo digamos “otros mundos”,  estos últimos entre los que me incluyo, teorizamos acerca de universo paralelos a los que no podemos ver, sin ser conscientes de que vivimos en un plano en el que conviven tres universos. El universo de arriba, ese que siempre mira desde lo alto y al que le aterroriza  la idea de pensar que un día pudiera caer desde su encumbrado lugar. El universo de abajo, ese que en su resignación tan solo sueña que alguna vez vivió en un mundo diferente. Y el universo de en medio, ese que ocupa la cada vez menos mayoría, y que mira hacia arriba con pretensión y hacia abajo con compasión, pero que se instaura en su falsa comodidad  creyendo que la gravedad de los otros dos universos con los que convive no le afecta en absoluto.

La tribu de las ratas, no hace falta decir nada más. El nombre acuñado por los periodistas chinos no es más que una muestra de que quizás estamos más predispuestos a descubrir unos universos paralelos que desconocemos por completo, antes que a unir esos otros universos que conviven en el mismo plano y en la misma dimensión que la nuestra.

-Pero ¿quiere decir usted, señor – dijo Peter – que podría haber otros mundos, aquí mismo, a la vuelta de la esquina, como este? … -Nada es más probable -dijo el profesor mientras hablaba para sí mismo-. Me pregunto qué les enseñaran en las escuelas. «C.S.Lewis”  “Las crónicas de Narnia –  El león, la bruja y el armario»